Un nuevo cántaro de Trujillo (Cáceres) nº 207, pasa a formar parte de las piezas expuestas en el Museo.  Realizado por Marcelino Rodríguez Pablos en 1970.

  De antigua tradición alfarera, ya Madoz en 1849 nos cita "20 fabricas de loza ordinaria vidriada y sin vidriar" a principios del siglo XX funcionaban diecinueve alfares y en los años cincuenta quedaban todavía ocho alfares en funcionamiento, el de Juan Salcedo de la Montaña y sus tres hijos,  el de Antonio, Bravo Jiménez, Antonio Lago, el de Ángel Salgado,  el de Lucas Cabrera Fernández,  el de Pablo Romero Cuadrado que falleció en 1988 y nadie continuo con el trabajo en su alfar, los hermanos José Fernández Abreu, Juan Fernández Abreu, este último padrastro de Marcelino Rodríguez Pablos, padre de los últimos alfareros del siglo XX que trabajaban con sistema tradicional y su tradición se remonta al siglo XV, los hermanos Manuel Carlos y Juan Vicente Rodríguez Arias.

Barro de color marrón que lo diferencia de otros centros cacereños, mezclando dos tipos extraídos de forma gratuita de “la Dehesa del Mordazo”. El barro se prepara mezclando dos espuertas de greda floja por ocho espuertas de greda fuerte, a las que se añade arena del lugar para dar más consistencia. Para su elaboración se utilizaba el torno alto de pie con cabezuela husillo y vuelo. Horno de características árabes, cilíndrico y descubierto, que se tapa con cascotes en el momento de la cocción. Como combustible madera de derribo y escoba de berrocal. Para las piezas vidriadas, ¡nunca los cántaros!, se utilizaba “alcohol de hoja de Linares” que dejaba un acabado que iba de color melado al verde negruzco en una doble cochura.

  Su producción era de tipo “loza basta” y vidriada, ajustada a las necesidades domésticas y de labor relacionadas con el medio rural. Cántaros de cinco tamaños, que se denominaban: grande, la gorda, de botija, el clásico y de juguete, aunque ocasionalmente realizaban un cántaro con pitorro en dos tamaños para beber a chorro. También se realizaban: tinajilla, herrada, botijo, barril, anafre, varios tipos de botija, tapa, brasero, cuezo, olla, puchero, cazuela, macetas etc.

  Los cántaros pequeños se hacían de una pieza más la colocación del asa y los más grandes en dos piezas: Tiesto y conjuntamente capilla, cuello y boca. Tradicionalmente los cántaros iban lisos sin decoración, pero algunas piezas se decoraban con una o dos líneas incisas que circunvalaban las vasijas a la altura de las asas, enmarcando a una tercera línea ondulante.

Tipología del cántaro: Forma de peonza, barro marrón, un asa alta que sale de mitad del cuello, y se unen en el hombro pudiendo ser lisa o acanalada según alfarero, con pegadura en pico. Cuello alto, ancho y recto, boca ancha con labio estrecho pero amplio, biselado y con borde inclinado. Panza ancha y base ancha. Decoración con líneas incisas según se describió anteriormente o sin decoración.

  Las medidas del cántaro son: 450 mm de alto, 287 mm en la parte más ancha de la panza, 124 mm de base, 119 mm de boca y 65 mm de cuello.

  Localidades con cántaros similares por su forma: Guijo de Granadilla, Logrosan, Escuriel, Zorita (Cáceres), Olivenza (Badajoz) y Belvis de la Jara (Toledo)

CIV.- 411