Último proceso que el alfarero somete a la materia, por el que sufre una radical transformación físico-química, que la deja convertida en un auténtico cacharro de alfarería.
Esta operación tiene por objeto eliminar de los cacharros el agua higroscópica y químicamente combinada a fin de volverlos duros y resistentes al agua.
Durante la cochura, la contracción iniciada en la fase de secado, se continua, pero sin llegar a ser total, ya que esto requiere unas elevadas temperaturas que no es posible alcanzar con los hornos utilizados y también dependerá del tipo de arcilla y materias que se hayan mezclado.
Debido a estas consideraciones, serán estas las que en un principio, marquen los modos de cocción de cada centro alfarero, en cuanto al:
• Tipo de horno utilizado
• Tiempo de cocción
- Entre 5 horas (Alaejos) y 2 a 3 días (Tiedra y Tagarabuena)
• Clase de combustible
• Tiempo de enfriamiento
• Limpieza de la “caldera” de cenizas de la anterior “cochura”
• “Encañado”, “enjorque” o colocación de piezas en el interior de forma diferente en cada centro alfarero, pero casi siempre utilizando”trébedes” o “pilares” para separar las piezas vidriadas o delgadas, para evitar el pegado “pegaduras” entre las mismas. Siempre las más grandes abajo y las vidriadas boca arriba.
• Los cántaros se colocan uno de pie y otro encima de forma que sobre la boca del primero pegue la base del otro. Luego los que van al lado hay que ponerlos al contrario.
• Sellado de la puerta y cobertura con “retejones” en los abiertos.
• Marca de la cruz antes del comienzo para proteger la cocción.
• Alimentación de la “caldera”.
• Encendido con el primer proceso de templado, se puede hacer al mismo tiempo que el encañado.
• El combustible empleado para alimentar a los hornos durante la cocción, es la leña que suele ser la más fácil de conseguir en la zona: monte bajo (romeros y aliagas), leña de monte, pino, cáscara de almendras, pinochas, paja, etc.
• Se suele utilizar dos tipos diferentes de combustible:
• Uno primero que produce calor lentamente, durante el “templado”.
• Otro segundo de mayor intensidad calorífica cuando el horno esta “entregado” para la segunda fase de cochura.
• El momento en que la cocción se puede dar por concluida y por tanto no hay que echar más leña, lo dicta el particular sentido que para ello tiene el alfarero, fijándose cada uno en una serie de signos que le sirvan de señal.
• Color de “retejones” en los hornos abiertos.
• Verificación del vidriado en las piezas testigo, mirando por los tiros en los cerrados.
• Cuando el horno se ha enfriado, al cabo de varios días, se procede a “desencañar” lentamente comprobando pieza por pieza. Este es el momento más emocionante en todas las labores del alfarero ¡Muchas horas de trabajo, dependen de lo que aquí se obtenga!