Aunque muchas familias tenían pozo propio en casa, no se utilizaba para beber por miedo a las filtraciones del ganado que estaba en las cuadras; solo se utilizaba para usos domésticos y el ganado.
• Se iba a recoger el agua a las fuentes que fueron construidas a principio de los años 30 y situadas en distintos puntos del pueblo: Plaza del Ayuntamiento, Plaza de la Iglesia y una fuente situada en el paseo público, ya desaparecida.
• El cántaro se llevaba apoyado en la cadera izquierda y en la mano derecha un caldero un botijo o una cantarilla.
• En invierno, cuando se helaba el agua en las tuberías de las fuentes, se iba andando cargando el cántaro, con carretones con dos aguaderas o con asnos porteando aguaderas de paja o mimbre, al Pozairón, a la Fuente del Soto, al pozo de la Kika, al pozo de la bodegas pequeñas, el de la bomba o el del Camino del Hoyo que tenía su peculiar encanto de recoger ese “polo” de hielo que se formaba tras las fuertes heladas y que luego chupaban encantadas en la solana, mientras el sol y el viento rozaban al unísono, sus alegres caras rebosantes de satisfacción..
• Regularmente se iba a por agua por la mañana entre las 9 y las 10.
• Las mozas pícaramente solían vaciar los cántaros para justificar ante su madre la necesidad de ir a por agua, para así poder ver a los mozos que se colocaban en la esquina de la iglesia por la tarde o en la puerta de la lechería en la plaza del ayuntamiento.
• Se dejó de ir a acarrear agua a principios de los años 70, que fue cuando se terminó la instalación de agua en las casas que se había comenzado en 1962.
• En las casas solía haber 4 o más cántaros y algunas los tenían en unas cantareras en los “portales” construidas de obra, encima de la cantareras se colocaban las calderas de bronce, otras casas tenían unas grandes tinajas que iban llenando a base de cántaros, podían contener entre tres cántaras (48 l.) y 150 litros.
• A los cántaros les colocaban un tapón de madera o “cuncasa con un trapo.
• En algunas ocasiones se utilizaron cántaros de Zinc.
• Solían venir por el pueblo ”los lañadores” dando golpes en unas sartenes, quienes se encargaban de reparar los cántaros que se habían rajado mediante colocación de lañas, también ponían piezas en pucheros y tensaban los somieres.