Entre las cordilleras Cantábrica y la Central, abarcado las provincias históricas de Castilla la Vieja y el antiguo Reino de León, discurre el río Duero con poblaciones en sus riberas de alta tradición alfarera que han extendido su influencia a otras muchas.
Cerca de sus riberas el barro marcaba la vida de las gentes, de barro eran los muros de sus casas y de barro eran los utensilios para la casa y algunos ganaderos.
La escasez de repertorios formales, el primitivismo y el aislamiento son características de esta alfarería. Parecería que estas tierras son más proclives a la imaginación y a las ideas.
Se pueden distinguir claramente Tres zonas:
• Una influenciada principalmente por la colonización romana que se caracterizó por su riqueza cerámica con escasa influencia musulmana con centros representativos como Arrabal del Portillo y Jiménez de Jamuz que extendieron sus formas por una amplia zona de Valladolid, Palencia, Burgos, León, Salamanca, Segovia y Avila.
• Una segunda influenciada por los talleres extremeños debido a su cercanía geográfica y trashumancia de alfareros con centros tan representativos como Alba de Tormes, con producción destinada principalmente a fines ornamentales y la que llegó con mayor número de alfareros y variedad de formas casi exclusivamente destinada a fines ornamentales, y Cespedosa de Tormes que llegó a tener el mayor número de alfareros y la más amplia variedad de formas, casi exclusivamente destinados al manejo del agua.
• El río Esla divide a Zamora de sur a norte limitando la comarca de el Sayazo donde se sitúan centros alfareros de gran interés etnográfico por el arcaísmo de su técnica, como el Torno Bajo de Cruz, utilizado exclusivamente por mujeres. Destacando centros como Carbellino de Sayago o Moveros.
