Cornisa Cantábrica
Al igual que en Galicia, debido a su situación geográfica que propició su aislamiento, sus formas se mantienen independientes al resto de la península y la posibilidad de sustituir las manufacturas cerámicas por otros materiales como la madera es un factor decisivo en esta alfarería.
En la zona asturiana la alfarería característica es la negra, conseguida mediante una atmósfera reductora al final de la cocción que produce los bellos reflejos metalizados. Tres centros han permanecido activos durante el siglo XX, Llamas do Mouro, Miranda de Aviles y Faro, destacando la tipología del cántaro de las dos primeras (Tonel) en forma de barrilillo cilíndrico asentado horizontalmente, con los extremos curvos, pequeña boca en el centro del cuerpo y dos asas verticales a cada lado.
El origen es desconocido, aunque con igual forma hay algunas piezas de loza dorada de Manises (Valencia) del siglo XVI, y con forma similar encontramos el barril de ponche de Nava del Rey (Valladolid), pero sin que hasta el momento se haya podido establecer relación de parentesco. Tal vez se trate de una pervivencia medieval con otro uso en su origen y que posteriormente cumplió la función cotidiana del trasiego del agua.
El cántaro de Faro se acerca al patrón más corriente, teniendo el cuerpo fusiforme y haciéndose en dos variantes: “Penada farruca” con un asa y el “Barbón” con tres y colador en el interior del cuello.
En Cantabria desde tiempos romanos y prerromanos el pasillo costero y el Valle del Besaya han sido los ejes directrices de las comunicaciones en este área, marcando sus formas al igual que el carácter autárquico de la sociedad cántabra y reduciendo un contorno de relaciones e intercambios y obliga al autoconsumo.
Destacan las zonas del Valle del Pas, área de Torrelavega, Coto de la Estrada, Peñacastillo, Trasmiera y Bricia que hoy en día pertenece a Burgos.

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